jueves, 18 de diciembre de 2008

Todos los SONETOS VOTIVOS de TOMAS SEGOVIA

Sonetos votivos, de Tomás Segovia, prologado por Carlos Piera ("la palabra votivo invoca el deseo, la aceptación y la gratitud") en la edición a cargo de Javier Gil y Miguel Martinez para la colección "Instrucciones para abrir una caja fuerte" es la apuesta por la poesía de la Fundación Inquietudes. Leer aquí, su declaración de intenciones.



A tan cuidada edición, para el reparo y reposo en morosa lectura de lo que el ser, entre el deseo y la generosidad, entre la pasión y la entrega, entre la rendición y la conquista de su temporalidad sentiente, no tiene parangón en lengua castellana. Una aventura que nos recorre a todos, en la perfección del soneto, en la imprevisibilidad de la desnudez, que paradojicamente nos hermana.



Un manjar inescusable, lectora, lector, que vives y amas, votivamente.



Víktor Gómez









Soneto IV


¿Pero cómo decirte el más sagrado

de mis deseos, del que menos dudo;

cómo, si nunca hombre alguno pudo

decirlo sin mentira o sin pecado?


Este anhelo de tí feroz, honrado,

puro y fanático, amoros y rudo,

¿cómo decírtelo sino desnudo,

y tú desnuda y sobre tí tumbado,



y haciéndote gemircon quejas tiernas

hasta que el celo en tí también se yerga,

único idioma que jamás engaña;



y suavemente abriendote las piernas

con la lengua de fuego de la verga

profundamente hablándote en la entraña?



(de Figuras y melodías)

Tomás Segovia









(Último soneto votivo)



Aunqu'el omme no come la pera del peral,
el estar a la sombra es plazer descomunal.
Arcipreste de Hita


Bien sé yo, Arcipreste, a qué aludías

con esa idea de comer la pera:

a todos los varones nos espera

ese sombrío ayuno que decías.



SE acaban fatalmente aquellos días

en que el hambre de peras de ésas era

sanamente saciada, sin que hubiera

de dejar de morder donde podías.



Citas luego la sombra de peral,

sabiendo que el deseo es inmortal

y son sus mil caminos muy diversos;



vivo, aunque mudo ya y sin tocar nada,
disfruta agazapado en la mirara

veladamente, como estos versos.


Inédito
Tomás Segovia

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